lunes, 27 de diciembre de 2010

H.

Era un placer observarla, con el sol al fondo, el cabello ondeando al viendo, y sus ojos melosos teñidos de verde chispeando. Era un ser bello, echo, para ser libre, y ahora que faltaban pocas horas para que se liberara de sus ataduras y le arrebatara a su destino su libertad, era mas bella que nunca.
Su eterna sonrisa, iluminaba de blanco a toda su cara, y en su menton repleto de sol, brillaban unos diminutos y suavisimos pelos.
-Andres, voy a hacerlo, no me lo puedo creer.
Incluso su voz era preciosa. Era como el sol, fluia como la luz del sol, y me rodeo, con su frescura, mientras, al moverse, un velo de sombras fue recorriendo su cuello, acariciandolo, su blanquecino cuello, su ansioso cuello. Que terminaba por arriba en su casi invisible linea de la mandibula, y por abajo, en las claviculas, que se marcaban a traves de su piel como dos nodulos de pureza e ingenuidad.
-Vamos preciosa, coje tu mochila y subamos al coche.
Conducía ella, asique podía observarla mientras conducia, y llevaba en la cara, una expresion de ansia y satisfaccion, y miedo, y felicidad entrelazadas, y no podía si no admirarla, pero lo comprendia. Yo tambien tendría esa expresion en la cara si fuera a cumplir mi mas profundo sueño, si fuera a ser libre por fin, despues de pasarme media vida comiendo manzanas en un pasillo, siendo siempre por donde habian querido sus padres, cumpliendo siempre con sus amigos y seres queridos, siendo normal.

Siempre es excitante liberarse de las ataduras.

Ella estaba exhultante. Cuando comenzaron a dejar atras los bosques y campos vacios, y comenzaron a estar rodeados de edificios, cada vez mas altos e imponentes, cuando comenzaron a formar parte de los rebaños de coches, se iba poniendo cada vez mas nerviosa, y su sonrisa teñia en mayor grado su cara, y la felicidad superaba a la incertidumbre y el miedo.
Aparcamos frente al antiguo edificio abandonado, nos bajamos del coche, y me dio un abrazo. Se lo devolvi, acariciando el acentuado y suave hueco del fondo de su espalda, se dio la vuelta, y entro con sus pasos largos, de llegua sin amaestrar moviendose de esa manera tan graciosa y preciosa.
Me entraron ganas de llorar.
Entre tras ella, y me sente en la una butaca de la ultima fila, al lado de un señor de barba blanca, todo se volvio oscuro, y al rato el telon se abrio, y salieron al escenario, a representar la funcion de su vida, la funcion para la que estaba echa, se la veia como un pez en el auga con sus piernas largas y poco estilosas, y sus movimientos infantiles y dulces, y con su voz. Que preciosa voz tiene, pense en ese momento. Ya la había visto subida al escenario, sabia que ya lo habia conseguido, helena era ya otra, era libre, ya nos podia dejar a todos atras.
Que feliz me senti en ese momento.
Me levante entre los gruñidos de los demas espectadores, me acerque a la puerta, agarre el pomo, y mire atras, al escenario, a sus ojos, profundamente verdes, y profundamente marrones, y profundamente melosos, y ellos me miraron, y su boca sonrio, y una lagrima rodo por mi mejilla.
Ella tambien era feliz.
Me di la vuelta y sali, sabiendo que seguramente no volveria a ver aquella impresionante sonrisa.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Libertario y soñador. Enamorado

Abrió los ojos con una sonrisa, despertado por un cosquilleo suave sobre la piel desnuda de su barriga. Bajo la mirada, y vio sobre ella caminar torpemente a una cucaracha. La aparto de un manotazo y se levanto frotándose los ojos con una sonrisa ahora irónica dibujada en la cara.
Miro a su alrededor, y lo vio todo lleno de botellas vacías y latas de cerveza abolladas. En realidad casi no se acordaba de lo que había echo la noche anterior. El colchón sobre el que había dormido estaba cubierto por una sabana arrugada, y tirado directamente sobre el suelo.
Se puso sus baqueros gastados y su camiseta, y salio de la habitación, para llegar a esa estancia destartalada y si cabe mas sucia y desordenada que la habitación que hacia las veces de salón. Allí los encontró. El chapurreando notas con la guitarra. Ella leyendo un libro con unas gafas que la hacían parecer realmente sexy. Ahora comenzaba a recordar. Si que había sido una noche loca la de ese día.
Se acerco al sofá, y la beso. Primero a ella, y después a el. Ellos se besaron, y le volvieron a besar a el. Se despidió con un adiós que quedo sin contestación. Salio por la puerta. Ellos quedaban ya uno sobre el otro en el sofá.

Bajo las sucias escaleras, abrió al portal, y le acaricio una ráfaga de aire, que le alivio en parte del calor del furioso sol de casi el mediodía. Miro a su alrededor. La ciudad, seguía su curso. Ajena a el.
Le rugió el estomago, y decidió que tenia hambre. Entro en una frutería, con el escaso dinero que tenia compro una manzana, y robo otra. Se las comió mientras caminaba. Hacia las afueras de la ciudad. Estaba ya harto de ella, y quería abandonarla. Por supuesto, ni siquiera se había planteado coger un bus o un tren, pero no le importaba caminar. Le encantaba esa sensación, de que uno por sus propios medios, podía mantenerse ajeno a todo lo que le rodeaba, dejándolo sistematicamente atrás. Disfrutando a cada paso de las nuevas sensaciones que este le ofrecía sin pensar ni desear nada mas allá, viviendo y saboreando el momento al máximo, sin desperdiciar nada. Caminar. No le importaba en absoluto, incluso lo prefería.
Llego a la autopista, y decidió, que no seria demasiada buena idea caminar por ella. La cruzo por un paso elevado, y fue entonces cuando decidió que caminaría hacia el este. Le apetecía volver al mar, y esa era la dirección en la que mas cerca estaba el mar. O eso creía.

El sol descendió (una vez mas) y le sorprendió caminando. Se alejo de la carretera secundaria por la que iba, y busco un sitio lo bastante seco en el grupito de arboles que había encontrado como para acostarse.
A la mañana siguiente, se levanto, y de nuevo a caminar, sin pensar en nada mas que en cada paso. Cerca del mediodía, el estomago le rugió de nuevo, pero no tenia nada que comer. Como no encontró otro remedio, siguió caminando, pero encontró la solución al ver en una curva de la carretera una casa con un invernadero en la parte trasera. Allí se encontró con que la familia a la que pertenecía estaba recogiendo su plantación de tomates. El se acerco timidamente, y se ofreció a ayudarles a cambio de algo de comida esa noche. El padre de la familia accedió, y antes de darse cuenta se encontró recogiendo los tomates junto con el padre, la madre, y una preciosa hija, quizá un poco mas joven que el.
Recoger los tomates, no era un trabajo duro. O eso pensaba el, hasta que en un momento en que dio la casualidad de que el y la hija estaban en una esquina del invernadero en la que no podían ser vistos por los padres la chica se lanzo sobre el y comenzó a besarle.
Ya le había tirado al suelo y le estaba con sus torpes e inexpertas manos arrancando la camiseta cuando apareció el padre, le cojio por el cuello, y le echo a patadas de la casa. Por suerte el alcanzo a agarrar cuatro buenos tomates antes de salir corriendo de allí.

Y volvió a caer el sol, pillándole esta vez con el estomago lleno, pero sin un sitio en el que dormir (de nuevo). Se acostó detrás de unos arbustos, y por lo agotado que estaba, quedo rendido enseguida

La mañana siguiente, se levanto ventosa, pero cálida. Un buen día para caminar, de nuevo.
Le estaban empezando a doler un poco los pies, todavía no era nada preocupante, pero agradecería poder hundirlos en agua salada durante una horita, o dormir en una cama normal una noche.
Los coches pasaban por su lado ignorándolo. El tampoco les hacia demasiado caso, hasta que se encontró al otro lado de una curva con un coche parado en el arcén y una mujer dando vueltas alrededor de el.
A medida que se fue acercando, pudo ver que la mujer parecía desesperada, aunque su expresión cambio completamente, cuando le vio acercarse lentamente.
El no se dio prisa, y al llegar a su altura, dijo:
-Pareces desesperada, ¿Que ocurre?
-El coche. Pinche una rueda, y no tengo ni idea de como cambiarla. ¿Podrías ayudarme?- Pregunto con ojos suplicantes.
El se lo pensó, pero al ver a la mujer al borde del llanto, no pudo menos que asentir con una amarga sonrisa.
Cambio la rueda, bajo la mirada cada vez mas alegre y despreocupada de la mujer.
-Bueno, fue un placer- Dijo cuando termino, comenzando a caminar.
-¡Oh no no no! No puedo permitir que sigas andando, no. Te llevare, es lo menos que puedo hacer- Respondió la mujer.
El la miro de arriba abajo, iba bien vestida, con unos zapatos negros de tacón. Después, miro al coche. Era una buena marca, y estaba impoluto. Después , se miro a si mismo. Vaqueros gastados, camiseta vieja, pelo alborotado y sucio por los días sin ducharse.
Había una gran diferencia entre ellos, para aceptarlo de esa manera, la mujer debía tener un gran corazón.
La miro de nuevo, de arriba abajo, se fijo en sus piernas torneadas enfundadas por unas medias, y en su cadera perfilada por la falda. Después se fijo en su rostro. De rasgos bonitos y definidos, y muy sonriente. Le gustaba.
-De acuerdo- respondió con una sonrisa sin pensárselo mas.

Subieron al coche. Estaba mas limpio incluso de lo que el había pensado. Ella arranco, con una extraña sonrisa en la cara.
-¿Hacia donde viajas?-Le pregunto después de un rato de charla estéril.
-Hacia el este.
-Pero, ¿pero hacia que parte del este?-Pregunto de nuevo tras un momento de duda.
-Simplemente hacia el este- Con una mirada ensoñadora- Me apetece ir al mar.
-Oh, eso es perfecto, yo voy al pueblo de mis padres, justo en la costa. Si quieres, te puedo llevar hasta allí.
El se lo pensó. Esa chica cada vez le atraía mas. Una atracción extraña, pero muy intensa, mas intensa que normalmente.
-Me encantaría.
-¡Genial!

Viajaron hasta pasadas la hora del mediodía, cuando pararon en un área de servicio. Ella entro muy decidida hacia el restaurante. El a remolque, detrás de ella. Una vez dentro, cuando el vio las legiones de camareros uniformados y las piaras de clientes ruidosos, se paro en seco, la agarro suavemente de la mano, y le susurro al oído:
-Esto parece genial, pero ¿Te gustaría hacer algo realmente divertido?
Ella le miro extrañada, pero a la vez curiosa. Tiro de ella fuera del restaurante. Una vez fuera, sus miradas, se cruzaron fugazmente, y el se paro en seco.
Había pensado hacerle el amor en los baños de la gasolinera o en el coche, como hacia siempre, pero, en ese momento supo que no podría hacerlo.
Se la quedo mirando intensamente a los ojos, la cojio de nuevo de la mano, compro una barra de pan y fiambre, y subieron de nuevo al coche. Se metieron en la autopista, y condujeron hasta que el le dijo que cogiera un desvío, y que aparcara el coche en un arcén. Ella pareció extrañada, pero esa expresión de feliz curiosidad, le impulso a hacerle caso. Se bajaron, y subieron a una pequeña elevación del terreno desde la que se dominaba el paisaje varios quilómetros a la redonda. Una vez en la cima, sofocados y sudados, se tiraron sobre la hierba seca, contemplando las impresionantes vistas, y entre risas y palabras cada vez mas amistosas, devoraron el pan y el fiambre que habían llevado. Cuando terminaron, se tumbaron los dos sobre la hierba con un suspiro estirando los brazos en cruz, de forma que sus manos se rozaron.
Poco a poco, se fueron acercando, cada vez mas, y cada vez mas cerca, hasta que acabaron, el con un brazo por debajo de su nuca, y ella haciéndole cosquillas en una oreja con el suyo.
Se giraron, para mirarse a los ojos intensamente, y poco a poco, muy poco a poco, se fueron acercando, los dos, hasta que sus labios se tocaron. Se unieron en un apasionado beso,que fue tierno, como hacia mucho que no experimentaba el, y duró lo que dura una estrella en morir. Lo que tarda una caricia suave en hacerte estremecer.
Se separaron, y se miraron.
Bajaron el monte de la mano. El con una sonrisa radiante dibujada en la cara, ella no menos contenta, tarareando una alegre melodía.
Volvieron al coche, y condujeron todo el día, sin cruzar practicamente ninguna palabra, pero sin soltarse la mano mas que lo imprescindible. Al llegar la noche, se acurrucaron el uno junto al otro en la parte de atrás del coche, y estuvieron hasta bien entrada la noche besándose. Solo besándose.
Ella se durmió antes que el. El se quedo hasta casi el amanecer jugueteando con su pelo y acariciándole el pelo mientras miraba al techo del coche suspirando, recordando tantas y tantas noches que ahora le parecían tan fugaces e insignificantes. Preguntándose que significaba todo aquello y lo lejos que podría ser capaz de llegar.

Se despertaron abrazados, como se habían dormido. Ella saludo el día con los ojos entrecerrados y una sonrisa. El con un beso tierno sobre la frente primero, después sobre cada ojo. El siguiente fue en la barbilla para bajar hasta el cuello. Allí la hizo gemir con otro beso, y a partir de entonces, todo fueron caricias, prendas que caían al suelo, y gemidos cada vez mas febriles.
Acabaron a la vez, con un suspiro profundo, en ese amanecer dormido.
Se besaron y se abrazaron de nuevo. Se vistieron y salieron del coche.
-Ven conmigo, quedate conmigo- Suplico ella en un abrazo.
-¿Que?- respondió el entre perplejo e ilusionado.
-Si, a la casa de mi familia. Esta al borde del mar, y pintada toda de blanco y azul. En el jardin tenemos un limonero y un naranjo- Se detuvo a coger aire, y ya mas calmada continuo- A mi de pequeña, me encantaba dormir en la terraza, acariciada por la brisa del mar, e iluminada por las estrellas. Agámoslo juntos. Quedate conmigo- Le suplico con una mirada.
-Veras, yo...-Pudo ver como el rostro de la muchacha cambiaba de la esperanza al desamparo, y como se le inundaban los ojos de lagrimas- Somos muy distintos, tu familia no me aceptara y solo te causare problemas. Creo que te quiero. Vente tu conmigo. Todo seria mucho mas sencillo. Viajaríamos hasta el mar, nos bañaríamos juntos en el, dormiríamos al raso- Bajo la mirada hasta entrelazarla con la suya- Seriamos libres. Juntos tu y yo. Siempre.

Ella hundió su rostro en su pecho. Inundándolo de lagrimas. Se metieron en el coche, y condujeron. Condujeron sin parar, hasta el anochecer. El no sabia a donde iban, si ella había aceptado su petición, o si simplemente no se atrevía a decirle que no podía hacerlo.
Ya era de noche, cuando ella aparco el coche en un descampado, y con una carcajada alegre bajo del coche y comenzó a subir corriendo la pequeña cuesta cubierta de hierba fresca que se encontraba frente a ellos. El perplejo, decidió seguirla, y cuando llego a la cima, se encontró con la inmensidad del mar azul frente a el, precedido por una pequeña playa por la que corría ella, dejando un rastro de ropa.
Algo le recorrió por dentro, elevándolo dos palmos sobre el suelo. Con la sonrisa mas reluciente que había lucido en su vida, bajo la playa desnudándose a la carrera, y se lanzo al mar. Nado hasta ella, también desnuda, y la abrazo.
Ella se río, y buceo por debajo de la superficie. El la siguió hasta que la atrapo por un pie. La atrajo hacia si, y la beso.
-Ya nos bañamos juntos en el mar, quedate conmigo, y podremos hacerlo todos los amaneceres, después de hacer el amor. Quedate conmigo.
Ella parecía ahora muy segura de si misma, sonriente y soñadora.
El no podía dejar de pensar que esa decisión marcaria para siempre su vida. No podía dejarla. No podía dejar que se fuera. Ella era lo mejor que le había pasado nunca.
Con un grito la abrazo, y se sumergió con ella bajo el mar. Una vez en el fondo, la beso respondiendo así.

Se vistieron y condujeron escasos minutos hasta el pueblo de ella. Entraron en su casa, y se presentaron a la numerosa familia alegremente. Cenaron entre bromas y risas, y durmieron de nuevo abrazados, como la noche anterior.
Al amanecer, hicieron el amor. Bajaron a la playa, y se bañaron en ella.

-Te quiero- Le susurro al oído en el agua, como haría a partir de entonces durante años, durante muchos, muchos años.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Canta villancicos furcia
cantalos con alegria
entre tus muslos ya se metio alguien
y tu
gloton
debes estar de enorabuena
marisco carne turrones
alimentate porco!
Tes mais fame acaso?
No me joda usted tambien señor pallaso
te crees uqe tus chistes hacen gracia?
Anda señores
dejen de fingir
recojan sus preciadas necoras y langostas
insulten a la familia
y levantense de la mesa
la navidad ya termino
no hay que cumplir hasta año nuevo
hay que joderse
tanta gente buena y honrada por el mundo
y les va a tocar todos los tocapelotas hipocritas
sentarse ami mesa
manda huevos
es esque se lo buscan
tenga usted cuidado
señor tio abuelo de mi primo hermano bastardo
que cuando abra el champan
el tapon acabara en su ojo
y usted
señora gorda, deje ese turron
porque la costura de su vestido ya se resiente
y no me apetece ver sus flacidas carnes esta noche
noche buena
y una mierda.

martes, 14 de diciembre de 2010

¿Se ama a si misma?

-Su pelo
suave, suave suave
siempre esta liso!
Y su piel
-¿Como es su piel?
Es maquillaje
nunca la ves.
-¿Y como su nariz?
¿La nariz? Es preciosa.
Es un gancho
que se enrosca
-¿Y su sonrisa?
No se la se
porque la tapa.
-¿Y sus andares?
De pasarela barata.
-¿Como se mueve?
No se mueve.
Posa.
-¿Acaso no es guapa?
Es preciosa.
-¿Y como es su cuerpo?
Tiene su culo
una redonda forma
y se contonea
regido por cierta norma
y unas piernas que tienden
al infinito
y un pecho, arrebujado,
extremadamente finito.
-¿Y ama la vida?
-Mas bien, amigo
ama a su visa.
-¿Y se ama a si misma?
-¿Perdon?
-¿Que si se ama a si misma?
-No te entiendo
¿A si misma?
-Pues claro,
se cuida y es preciosa
ama la vida, a su visa
pero
¿Se ama a si misma?

viernes, 10 de diciembre de 2010

Un timbre de telefono.
Gritos, pasos apresurados.
Silencio.
Alocada carrera en coche.
Llantos. Llantos. Llantos.

Los medicos de ambulancia.
Fumando junto a la entrada.
Cabizbajos.
Llantos, llantos y mas llantos.
Una doncella efeva.
Transida de dolor.
Desfallecida. Por los suelos.
Gritos y lagrimas y gritos y llantos y lagrimas.
Apretones de manos.
Un despojo en un saco negro.
Retorcido. Compactado.
Muerto.


Se lo llevan, y silencio.
Mas silencio.
Llantos ahogados.
Y mas silencio.

Expuesto. Antinatural y amorfo.
Con su mejor traje. Sus mejores zapatos.
De nuevo llantos. Entrevistos entre el silencio.
Y familiares. Familiares cercanos.
Y besos. Y abrazos. Y llantos.
Y mas llantos.

Y ya con luz, aluviones.
De familiares. De amigos.
De sus seres cercanos.
Y mas besos. Mas apretones.
De manos.
Desconocidos. Se compadecen.
Y algunos mienten.
Algunos no sabían del.
No le conocian.
Pero mienten.
¿Porque me miente?
¿Porque me miente un desconocido?

Mas aluviones.
Presas, de familiares y amigos.
Las entradas.
Ojos rojos por doquier,
y sonrisas maladadas.
Y mas besos de mujer,
mas saludos de barra.
Mas adustos brazos pardos
mas gentiles en la parra.


Y un hombre que por amor.
Se arrancaba las barbas.
Y con su voz de tenor
Recitaba a las brabas.

Y un ataúd sobre hombros.
Un hombre enfundado en traje.
Y flores flores y flores.
Mas flores que se desgarran.
Y en procesion.
Silenciosa.
Resonando los pasos,
Resquebrajando caminos.
Y un ataud.
Otro hombre cierra la losa.

Silvestre Santé

lunes, 6 de diciembre de 2010

Su sangre manchaba ya las manos
de los verdugos
nada se supo despues de la tortura
del preso
De echo yo solo se de ese asunto
por una vieja y arrugada anciana
que me lo conto
a cambio de un poco de cariño.
Ella estaba entre el publico
insultando al condenado
no se arrepentia, me explico,
de lo que habia echo
porque se lo merecia
aquel bastardo bellaco
era un ladron y asesino
no mas que un vago y
un maleante
me conto la otra version
de la historia
que el supo por ser amigo
del verdugo que lo mato.
Paso toda la noche en vela
recitando verso a verso
su condena y maldiciendo
a los que se la harian llegar
y ya las piedras se lamentaban
de tan larga letania
mas el hombre que ha de morir
no sabe de nobles actos
no sabe de porvenir
solo sabe cantar y contar
y morir muy dignamente
y da igual nombre o linaje
solo importa la cancion
que cante para ser decapitado
asesinado.
La tercera version
me la conto su sangre
que muchos años despues vi pegada
todavia
en los adoquines de la plaza
de una ciudad bulliciosa
que ahora son solo ruinas
ella reprochaba
era altiva
ella no cometio errores
hasta el final
le acompaño
y entonces mancho al verdugo
y al gque lo vio
volvio la negra plaza en rojo
y me recordo
que solo en realidad importaba
la version que contara yo
la que yo me creyera
pues es ya un simbolo
nada mas,
y me gusto
me gustaron los susurros que me tradujo
el martir siempre fue valiente
despues de muerto.
Yo en cambio
a pesar de que se ahora la verdad
me callare
y procurare tener un buen escondrijo
no vaya tocarme a mi la vez
ojala se lo lleve el viento.
Un chorro nuevo de sangre sobre la plaza
y adios.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Hay las lindas
mariposas que me anidan en el estomago
que anidaron en el
desde el dia en que la vi.
El tragico dia,
en que la vi.
Y ahora
que su imagen ya se vuelve borrosa
y que toda oportunidad que tuve de conocerla
se desvanecio
grito al cielo que la quiero
y a mi mismo
que es mentira.
Y decidio por decidir
o fue por atormentarme
quien le otorgo esa belleza
que enturbio a mis razones
que volvio loco a mi corazon
Y lo peor
es que ella no supo nada
de todos estos motivos
y ni el viento consiguio ni conseguíra
barrer nunca este martirio
de luces flores y sombras
y son las lagrimas, que anidan
en lugar de mariposas
que mueren y son ya cadaver
que no quieren ya revolotear
que se niegan
a seguir haciendome planear.
Asi acabo esa historia
como ya os dije ahora y antes
con su negra negra cabellera
y sus ojos tristes y tristes
vagando en la carretera
y mi barriga que va
de mariposas muertas rellena
no sabe de sol ni de luces
ni manjares con callena
ni versos lindos que sobran
solo una sola cigüeña
que sobre mi campanario anida.
pleamar,
y adios


Silvestre Santé

viernes, 3 de diciembre de 2010

Un susurro de pisadas
un rostro enmarcado en negro
sus andares... agraciadas,
mis miradas van tras ellos

Ella un angel que de negro
bajaba, iluminando
la estela que iba dejando
deriva en negro estelada

un angel, cabellos negros
y expresion vampiresada
no tiene blanca sonrisa
ella la tiene escarchada


Un par de besos le daba.
Un par de pasos, perdida.
Y sin besos, quedan versos
Ai de ti, desconocida


Y esque no la amare nunca
ni esque este obsesionado
pero !dios¡ que bella era
su negra triste mirada.

Silvestre Santé
No se quien es u era ella,
solo se que se que estaba yo.
Todo estaba oscuro ¡y la vi!,
y de repente, bajaba unas escaleras.
Con pasos tremulos
y lo iluminaba todo.
A su paso y a su rostro
ceñido por su cabello
negro absolutamente,
negro y siguio bajando,
ajena a todo y su rostro,
mostraba desagradado.
Rechazo hacia todo, ¡hacia todos!
Y era libre y a la vez ,
presa de si misma y de su mirada
De su rostro, y solo la vi
unos pocos segundos y era ella
la mas bella chica
sobre la tierra encaramada

Silvestre Santé